9 nov 2011

El islam político.

 Las relaciones sociales, económicas y, evidentemente, políticas, cuando se establecen organizaciones jerarquizadas, son competitivas entre las elites, lo que lleva a que se conviertan siempre en relaciones de poder y por el poder. El objetivo prioritario de las elites que controlan las jerarquías es la acumulación diferencial de poder, es decir, tener más poder que los otros individuos de la elite, porque si pierden en esa competición dejan de controlar la jerarquía.



La desmovilización de la población debilita y transforma a los grupos islamistas. Unos se acercan a los regímenes y aceptan el papel de oposición, otros mantienen su rol de vanguardia de unas protestas cada vez más débiles, y la resistencia prácticamente desaparece. Los grupos que continúan manteniendo el discurso revolucionario y reclamando el gobierno de la sharia ya no lo hacen como vanguardia de la población en su lucha por mejorar su bienestar, sino por fundamentalismo ideológico.

La relación de alianza entre los grupos islamistas y la población está volviendo cada vez más a la dimensión clásica de la religión: una relación de control ideológico en la que la población es un recurso, no un actor. Las organizaciones del tipo de los Hermanos Musulmanes o las Jama’at al-Tabligh wa-Da’wa, más alejadas de la política, siempre habían dedicado un esfuerzo muy importante a la reislamización de la sociedad, pero con la desmovilización popular este esfuerzo es todavía mayor. El islam político siempre ha estado ligado al esfuerzo por la reislamización de la sociedad..


Autor: Fernanda Soria Cruz 
Fuente: Islam Político Siglo XXI

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